La Ventana de Trutruka

viernes, julio 28, 2006

Poema 12



Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden, y se entregan.





Poema 12 forma parte de “Espantapájaros” (1932), de Oliverio Girondo, poeta argentino.
Uno nunca termina de aprender, verdad? Verbos que danzan, palabras que juegan, mientras los cuerpos riman y se conjugan.
¡Vaya sensualidad y refocilo!
No sé en qué topamos.

Y eso…

miércoles, julio 26, 2006

Hoy es tu día, Petra


“Vida, corriente arriba” se llama el libro de cuentos de Beleiva Ortiz, que fue presentado hace pocos días en Ciudad de Panamá. Beleiva, en realidad, es el seudónimo de Bessie Vásquez, amiga periodista.
Y como todo no ha de ser poesía, he aquí el cuento “Hoy es tu día, Petra”.
Que lo disfruten!









La experiencia es un boleto comprado
después del sorteo.
Gabriela Mistral


Hoy no es tu día Petra, acuérdate por dónde anda la cosa, recuerda el sueño, pisa con cuidado Petra, no frituras, evita un accidente, hoy no es tu día, hoy comes lo que tienes, no te asomes ni a la tienda.

Un oscuro presagio le había invadido desde que abrió los ojos, los sueños, rostros confusos, sueño raro, malos augurios, que lo dijera ella que se conocía todas esas ciencias como un libro abierto, no salía ni a buscar el billete, nadie la sacaba hoy de su casa.

Ya son las tres, Petra, va cayendo la tarde ya falta menos para que acabe el día, cuídate. Tocaron la puerta, se levanta despacio, sin prisa porque delgada no eres Petra y, si lo que viene es una caída, vendrá con ella una fractura de estos huesos viejos, molidos por el trabajo, acuérdate hoy no es tu día.

Abrió cautelosa por si acaso eran ladrones que ya no respetan ni a los barrios pobres; sorprendida comprobó que era la vendedora de lotería con los cinco “biles” que siempre compraba. Hubiera cerrado, pero no seas desagradecida, Petra, llegó la suerte hasta la puerta; los tomó como en cámara lenta, sacó el dinero, contó uno, dos, tres...una voz de hombre gritó: -pelea, pelea-, asomó más el cuerpo por costumbre no por vida ajena, silbó una bala....se tocó el pecho, se acordó del sueño, miró a la billetera y cayó muerta.


Y eso…

jueves, julio 20, 2006

América del Sur: aquí abajo, cerca de las raíces, hay hombres y mujeres que saben a qué asirse!

Agradezco a Rolando su relatorio de viaje por los países de nuestra América del Sur, el que mostró facetas muchas veces ignoradas; nos enseñó de nuestras lluvias y volcanes, y de nuestra loca geografía. Un gran observador,este mae costarricense, de prolífica y mejor pluma. Los dejo con su última entrega, a modo de redondeo y despedida.

Yo no coloreé mi Continente
ni pinté verde a Brasil
amarillo Perú
roja Bolivia.
Yo no tracé líneas territoriales
separando al hermano del hermano
Nicomedes Santacruz



Hace unos 200 millones de años, Gondwana se separó de Laurasia, y desde entonces tenemos el sur. Tierra rebelde que se aleja, por deriva continental, tectónica de placas, o putiasón pura y dura. Ese sur reciente navegó por milenios en un mar triásico, nuevito, sin tiburones ni trasatlánticos. En el camino se dividió: Africa se fue por un lado y Sudamérica por el otro y desde entonces se andan buscando, con ganas de volver a ser uno. Pero, ni la discontinuidad de las rocas y los arrecifes, ni la zanja marina que se creó, lograron romper la vieja cercanía, y las historias se juntaron siempre. Si uno se para en la playa brasileña de Recife y mira bien hacia el horizonte, en algún vértice probable se topará con la mirada de un angolano, sentado en la Ilha de Luanda, mirando al mar que los separa ahora. En las secas tierras angolanas y de Namibia se encuentra el Imbondeiro, un árbol emblemático de grueso tronco y pequeñísimas ramas, mientras su primo cercano adorna el seco paisaje de este lado: árbol borracho lo llaman en Paraguay y toboroche en Bolivia.

América del Sur comienza en donde termina el arco sur de las Antillas Menores y en el tapón del Darién. Allá, por donde nacen año a año los huracanes del Gran Caribe. Las tormentas, para su bien, se van pa’l norte. O se iban. El Río de la Plata fue anfritrión sorprendido de un ciclón extratropical que quizás tenía demasiado frío y trajo vientos de huracán a la placidez del delta.

Variedad y extensión, palabras clave para este lado del mundo: La extensa soledad del llano en Venezuela y Colombia – donde algún despistado calificó de barbarie la impune alegría de los llaneros y de civilización las cercas de alambre y el corral, que encierra hasta las ánimas. La casi perenne humedad amazónica de la selva brasileña, peruana y boliviana. Los extremos climáticos del seco y caliente Atacama, de la seca y fría Patagonia y del seco y olvidado Gran Chaco. Las cumbres andinas donde Quito y La Paz imponen su terca vocación urbana y la gélida lejanía de la Tierra del Fuego.

Extremos. Las poblaciones indígenas originarias se siguen hundiendo en los resabios de lo arrebatado, ocupando los suelos que nadie quiere, trashumando entre la incomprensión y el olvido. Puede ser la confrontación contra el avance depredador de la soya, que hacen los indígenas Xavante en el Mato Grosso, la resistencia de los Chorotes o los Calchaquí en Argentina, la combativa rabia de los Mapuches en Chile, o la costumbre nómada de los indígenas del Chaco, que cazan y recolectan sin que nadie sepa de donde vienen o para donde van. Mientras tanto, los grandes empresarios de la soya o la madera siguen devorando tierras, recursos naturales y posibilidades. Igual da si es la cuenca del Amazonas o la del Plata. El viejo Bush invierte en Chile, para sacar hasta el último palmo de mineral vendible, sin que se haga mucho al respecto, y los capitales van y vienen, sin pasaporte y la América Latina se destaca por la vergüenza de una brecha social sin parangón en el mundo.

Extremos, qué curioso: Suramérica tiene también la mayor humedad y la mayor sequedad del planeta, en el Chocó y el Atacama.

Extremos, altitudes y hondonadas. Cuando hace buen tiempo, las nieves del Chimborazo se miran nítidas. El cono perfecto del volcán le da una luz especial a Quito, generalmente, cuando se aparece entre la neblina, también se miran otros de los volcanes nevados que pululan por la tierra ecuatoriana. El Cotopaxi es precisamente el volcán activo más alto del mundo. Las hondonadas hacen de Quito una ciudad que invita a la fantasía, como una Rivendel altiplánica, sin elfos, claro está pero con nieblas de advección que se quedan en el fondo del valle y hacen que uno se sienta para arriba de las nubes. Los 3.000 metros de altitud que tiene la ciudad se pueden sentir en toda parte, no sólo en el aire que falta o el mareo que se mete poco a poco, sino en el vértigo de andar siempre por el filo, al borde de algo.

Extremos, entre mar y desierto. En Lima el océano pacífico se le viene a uno encima. La ciudad mira al mar, embelesada, como un leming frustrado que no ha logrado el chapuzón. Pero también se va al desierto, invade las zonas secas. Lima, después del Cairo, es la segunda ciudad más grande ubicada en un desierto. Aquí nunca llueve. Las casas tienen el techo plano, con una especie de resignación silenciosa, de hecho cumplido, de ansias olvidadas. El agua no viene del cielo. Los huaycos (llocllas en quechua), avalanchas de lodo que matan a tanta gente, bajan por el Rimac, llevándose casas, cultivos y carreteras. Los trae el río cada cierto tiempo, tal vez impuntual, pero siempre seguro.

Extremos, la sed acechando sobre una tierra donde sobra el agua. La violenta exclusión y el saqueo de tantos años envían a indígenas y campesinos bolivianos hacia el Chaco. Allá se encuentran con que nada de lo que saben sembrar o criar se logra sin el agua. En los periodos secos se les muere el poco ganado a unos pasos de donde hubo agua. La desertificación avanza en Chile, inexorablemente. Al suelo se lo lleva el viento. Igual en la Argentina y en el norte de Brasil, supuestamente húmedo. Pero el acuífero guaraní, que comparten Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, es el más grande del mundo y puede abastecer de agua a la población mundial por 200 años.

Extremos, finalmente. Los mismos de siempre hibernan en el poder, mientras en algunas partes los-que-nunca-ganan se están acercando: Evo, apoyado por los olvidados, nacionaliza el gas, y el petróleo. Bolivia sólo tiene límites cardinales, ya no limita a sus pies con España, Estados Unidos o Brasil. Chile, por el contrario, cede con Pascua Lama y su viejo fantasma de los metales se vuelve a aparecer. En Brasil, mientras los ricos siguen, descuidados, haciendo plata, una arquitectura social se consolida y le cruza la cerca a la perfecta estructura de control de los recursos del Estado. En Perú, Alan regresa, con un discurso que lo divorcia del populismo que ya lo había hecho presidente. Su primera acción fue liderar la recomposición del eje neoliberal. En un avión que le presta Alvaro Uribe, llega a Chile para tentar a ese gobierno de alejarse del Mercosur. Bachelet aún no responde, tenemos esperanza!

Pero ... el sur existe, lo dijo Serrat, con su esperanza dura y su fe veterana.

Me despido de mi periplo por este sur que tanto duele, pero que tanto da, y que mejor que recordando este poema de Nicomedes Santacruz.




Mi cuate
Mi socio
Mi hermano
Aparcero
Camarada
Compañero
Mi pata
M´hijito
Paisano...
He aquí mis vecinos.
He aquí mis hermanos.
Las mismas caras latinoamericanas
de cualquier punto de América Latina:
Indoblanquinegros
Blanquinegrindios
Y negrindoblancos

Rubias bembonas
Indios barbudos
Y negros lacios

Todos se quejan:
—¡Ah, si en mi país
no hubiese tanta política...!
—¡Ah, si en mi país
no hubiera gente paleolítica...!
—¡Ah, si en mi país
no hubiese militarismo,
ni oligarquía
ni chauvinismo
ni burocracia
ni hipocresía
ni clerecía
ni antropofagia...
—¡Ah, si en mi país...


Alguien pregunta de dónde soy
(Yo no respondo lo siguiente):
Nací cerca del Cuzco
admiro a Puebla
me inspira el ron de las Antillas
canto con voz argentina
creo en Santa Rosa de Lima
y en los orishás de Bahía.
Yo no coloreé mi Continente
ni pinté verde a Brasil
amarillo Perú
roja Bolivia.
Yo no tracé líneas territoriales
separando al hermano del hermano.

Poso la frente sobre Río Grande
me afirmo pétreo sobre el Cabo de Hornos
hundo mi brazo izquierdo en el Pacífico
y sumerjo mi diestra en el Atlántico.

Por las costas de oriente y occidente
doscientas millas entro a cada Océano
sumerjo mano y mano
y así me aferro a nuestro Continente
en un abrazo Latinoamericano.



Y eso…

miércoles, julio 19, 2006

Se comienza con un beso cerrado…

Se mueve el mundo de las letras en Ciudad de Panamá, se mueve chico!
La noche del 3 de julio, en la librería Excedra Books, un nutrido público se dio cita en un Café Literario para escuchar a sus poetas.
Un@ de ell@s fue Lucy Cristina Chau, Premio Concurso Poesía Joven "Gustavo Batista Cedeño" 2006, cuya presentación titulada “Poesía” reproducimos en este blog acogedor de las palabras venidas desde los nosécuántos puntos cardinales.
La movida fue convocada por el Instituto Nacional de Cultura y el Círculo de Escritores de Panamá.



Poesía


Hay una palabra que convoca a todas las palabras y a la que todas acuden anhelando ser ella. Para pronunciarla, se comienza con un beso cerrado, sigue una sonrisa, obliga al sí y, finalmente, abre la puerta de los sentidos para recibir la vida misma. Sí, aquí mi cómplice es la lengua hispana, en cuyo seno esa palabra se dice POESÍA.

Se puede definir la poesía utilizando la semántica y navegar entre las diversas reglas que la sostienen, pero la poesía va más allá y está por encima de todo cuanto la limita. Y es que hay cosas, personas, momentos que nos remiten inminentemente a la poesía. Hay ideas que sólo pueden expresarse valiéndose de ésta.

Hablemos entonces de eso que se dice en la poesía, de eso exacto, exactamente eso que dicho así justo en ese verso, trae consigo toda la carga de mi existencia mísera, tajante, desorganizada y sobre todo mía. Entonces sí, me aferro a la poesía con todas mis fibras. ¿Por qué? Porque habla de mí, y es una cosa entre ella y yo - que la recibo - en la cual nadie más se interpone.

Pensemos en todo eso que no se dice normalmente de la poesía, en esa estructura subliminal que no se juzga intelectualmente.

Hablemos del silencio, de la calidad del silencio que trae consigo, del silencio en que nos deja. Pero no el silencio del que te anula, sino ese que te obliga a confrontarte en cada molécula de tu existencia. ¿Es o no es el silencio poesía?

La luz. ¿Quién no ha visto luz en la poesía? ¿No es acaso la luz la que hace que los ojos vean la realidad frente a ellos? Sucede lo mismo en la literatura. Yo entendí muchas cosas de la vida a través de la poesía y es tal vez por eso que disfruto de la intimidad con ella.

No hay equivocaciones en la poesía. Dice lo que dice sin mediar preludios. Y si bien algunos versos, por mezquinos, abandonan el conjunto de cosas que llamamos poesía, para ponerse por delante creyendo así engañar a los sentidos, la poesía reclama y sabe hacerse extrañar.

A propósito de la poesía nueva del Siglo XX y, en especial, la de Neruda, Gabriela Mistral escribió entre sus notas para el diario El Mercurio de Chile, el 10 de diciembre de 1943, un hermoso texto titulado “Recado sobre Pablo Neruda”, del cual extraje para ustedes la siguiente frase:
“Finalidad racional y linda esta de interpretar el gesto y el andar de su tiempo, y revelarla a los del anterior, que por ser hijos de otro pulso temporal lo detestan con una manera de xenofobia...”

Así lo entendió entonces la poetisa chilena, la finalidad de “interpretar el gesto y el andar de su tiempo”. Dar luz, provocar silencio, hablarle al yo, del yo; tocar a otro con el tacto extendido de mis letras, saborear lo que el poeta tuvo en sus labios... ustedes dirán, pero yo digo que eso es poesía.



Y eso…

domingo, julio 16, 2006

El placer de estar contigo

Este texto - claramente proargentino y con un cierto tufillo chauviniste- lo escribió Mex Urtizberea, para el diario La Nación de Argentina y debió haberse llamado “El placer de ser argentino”. Nunca está demás conocer mejor a nuestros hermanos trasandinos. Es cierto que este último tiempo, con el tema del suministro del gas y las alzas de combustible, nos andan arrastrando el poncho, aunque a decir verdad no sólo a nosotros los chilensis sino a todos sus vecinos. O será asunto del Sr. Kischner debido a avatares de política interna? Lo que fuere, no olvidemos que siempre tendremos cinco mil kilómetros de frontera y una historia en común. Ayer Eduardo Rodríguez Guarachi, ex embajador chileno en Argentina, decía que es necesario conocer la cultura, los valores y respetar los códigos de todos nuestros vecinos.
Este granito de arena, para que aprendamos a querernos tal cual somos … no siempre; de vez en cuando; por momentos; cada tanto; no todos los días; a veces…




El placer de estar contigo

“No siempre; de vez en cuando; por momentos; cada tanto; no todos los días; a veces.

Cuando Tevez juega con alegría de barrio. Cuando un grupo de cartoneros porteños recolecta ayuda para un pueblo del Chaco en el que no hay agua. Cuando la cámara enfoca a Maradona alentando apasionadamente a sus compatriotas ante la mirada conmovida de todo el mundo, que quisiera tenerlo gritando así para su equipo.

Cuando un almacenero fía.

Cuando un jugador argentino, en México, le avisa al árbitro que se tropezó solo, que no le hicieron el penal que cobró. Cuando escribe Fontanarrosa, cuando Lucrecia Martel hace una película, cuando dibuja Liniers, cuando Olmedo improvisaba, cuando actúa Norma Aleandro, cuando Pugliese tocaba el piano, cuando se lee a Oliverio Girondo.

Pasa, entonces, que se siente el placer de ser argentino.

No es siempre; es de vez en cuando; por momentos; cada tanto; no todos los días; a veces.

Cuando Pekerman mantiene su humildad después de ganar 6 a 0. Cuando el asado sale bien y no fue caro. Cuando un hijo consigue un trabajo que le gusta y con un sueldo digno, cuando el colectivo no viene lleno, cuando un inmigrante pudo construirse su casa acá.

Cuando Riquelme mira.

Cuando una decisión se toma en asamblea. Cuando se empata, pero se jugó bonito. Cuando los vecinos se juntan para defender el medio ambiente, cuando un grupo de trabajadores recupera una fábrica, cuando la Justicia permite, tal como ocurre en los países del Primer Mundo, que se casen dos personas que se aman aunque sean del mismo sexo.

Pasa, entonces, que se siente el placer de ser argentino.

No es siempre; es de vez en cuando; por momentos; cada tanto; no todos los días; a veces.

Cuando Ayala dice en conferencia de prensa que lo que le da felicidad es estar siendo útil a su país. Cuando se defienden los derechos humanos. Cuando de todas partes del mundo nos compran formatos, guiones, ideas televisivas.

Cuando la tiene Messi.

Cuando un argentino dice no, y empuña su cacerola.

Cuando se cae en la cuenta de que en todos los proyectos solidarios siempre hay estudiantes de la UBA brindando gratis su tiempo y sus conocimientos.

Cuando un gol llega después de que la tocó todo el equipo.

Cuando canta Liliana Felipe, cuando Borges hacía un chiste, cuando se oye la guitarra de Yupanqui, cuando hablaba Jauretche, cuando juega Ginóbili, cuando gesticula Francella, cuando cocina Dolli Irigoyen.

Cuando la selección juega como si el fútbol fuera fútbol, y no un negocio.

Pasa, entonces, lo que no pasa todo el tiempo, porque hay días en que se siente vergüenza, y en otros momentos indignación, y a menudo amargura, y de vez en cuando enojo, y por lo general desconfianza, y siempre impotencia, pero cada tanto sí pasa, y es justo decirlo: a veces se siente un placer infinito de ser argentino.


Y eso…

miércoles, julio 12, 2006

Chile, entre los extremos y las paradojas

Once muertos, cuatro desaparecidos y más de 30.000 damnificados es el saldo, hasta hoy, del frente de mal tiempo que afecta a Chile desde la zona centro hasta el sur… crecidas de ríos, mar embravecido, clases suspendidas, torrentes incontenibles, alerta roja, desbordes de esteros, zona de catástrofe.
Ese es el Chile al que, en parte, se refiere Rolando Durán en el penúltimo capítulo de su relatorio de viaje por el Sur de las Américas.



La libertad de moverse por la calle, de reír y llorar a la luz del día, sin tener que bajar la voz y mirar para todos lados, de llamar a cuentas a los que secuestraron tanto tiempo la esperanza ... todo estaba nuevo todavía, humeante, con virutas esparcidas por el piso. Claro, Santiago de Chile! Llegué a Morandé 80 y era el final de mi propio camino de Santiago, con una emoción que todavía hoy, me hace temblar y cobijar remolinos. Me quedé un rato, imaginando cuantas veces salió Salvador por esa puerta. Cuantas cosas iría pensando. Así comenzó mi relación con esta ciudad y, probablemente, así seguirá, con una mezcla de bronca, calor de hogar probable, incertidumbre y admiración.

Hoy, Santiago es la ciudad con mayor conectividad de América Latina, su red vial no se sonroja frente a ninguna ciudad del mundo industrializado y en algunos sectores – los altos por supuesto – hay una proliferación de edificaciones de lujo, forradas en vidrio que harían recapacitar a José Arcadio Buendía si no sería Santiago la ciudad de los espejos con la que había soñado.

Estando en Chile, no se puede evitar hablar de cifras. En algunos estratos de esta sociedad el hábito de comparar, de buscar el ranking, de ver cuán lejos están hoy de la América Latina - o de ellos mismos – compite con el fútbol para deporte más popular. Entonces, Santiago es la ciudad con el mejor clima de negocios en la América Latina, y Chile está por encima de Francia e Italia en cantidad de páginas WEB en funcionamiento. En una plaza de Providencia mi computadora se vuelve loca, con la cantidad de señales de WiFi que me invitan a sumergirme en la internet. Sin embargo, el 50% de los chilenos se siente excluido de estas nuevas tecnologías y el estudio más reciente del PNUD concluye que el mayor acceso a estás áreas del progreso no establece ninguna garantía de éxito en el camino al desarrollo humano.

Siguiendo con la estadística, el índice de desarrollo humano de la comunas de Chile, al 2004, muestra una alza general. Una página entera de un diario me explica cómo el 38% de los chilenos tiene sobrepeso y el 22% obesidad y que el promedio de índice de masa corporal es de 28, cuando 25 es lo normal. Santiago, según Mercer, es la 3ª ciudad más cara de Sudamérica y la 4ª de América Latina. Detrás de México, Sao Paulo y Río. Chile ocupa el primer lugar en Suramérica en consumo de marihuana, y eso, ahora estoy muy confundido, no sé si lo ponen como bueno o como malo.

Pero esto es un preludio. Rumbo a la oficina de emergencias del Ministerio del Interior, un taxista conversón, entrado en los 70, me llevaba por el Barrio (avenida?) 10 de Julio. “Aquí”, -me dijo- “fue el barrio de tolerancia de Santiago, cuando todo esto era una aldea. Mire, hasta aquí llegaba la ciudad. Aquí quedaba el teatro Burlesque, po!, querían imitar al Moulin Rouge, y de vez en cuando salían las minas a la puerta. Era re’bonito. Ahora sólo hay repuestos, como 10 cuadras donde usted puede encontrar lo que sea, hasta de las marcas que no han inventado. Eso sí, no deje su auto, porque se queda sólo con la pintura original! Qué lata, po! Antes había repuestos para el corazón, ahora puros fierros que no dan calorcito!”.
Por qué será tan fácil adoptar la nostalgia, endosar los recuerdos como si fueran también de uno?

Después de ese tiempo para el asombro, el cariñito compartido, la nostalgia añeja de alguna mina, que alguna promesa ha de haber hecho, no quedó más que volver a la cordura, extraseca y sin hielo por favor, dijo Serrat.

Chile es uno de los países con mejor capacidad para resistir los movimientos sísmicos. Y eso no es poco decir: en el siglo XX, el 50% de la energía sísmica liberada en el mundo (y dale con los porcentajes) fue en Chile! Como cuatro mil kilómetros de litoral, frente al cinturón de fuego del Pacífico es mucha exposición. Pero en Chile, cuando tiembla, no pasa mucho, nada de los 10 mil muertos que tuvo Mendoza, los 30 mil de Guatemala, los 10 mil de Managua, los 240.000 de China, los 100 mil de Pakistán o las 34,323 personas que el Gobierno militar del Perú determinó que se habían muerto en el sismo de Yungay (la cifra era mucho mayor, pero no había que dar a entender que las cosas andaban mal). Hoy día, en Santiago se construyen 15 edificios por mes, y los hacen bien. Uno se queda con las ganas de mirar a través de un edificio en Santiago, haga la prueba. Se topará siempre con una pared que no admitió puertas, ni la más mínima ventana. Uno de los lados actuará siempre como un muro de gran resistencia a las aceleraciones sísmicas.

Sin embargo, la situación de este país, que no se cansa de los extremos, es bien jodida: 50 volcanes activos, con la más elemental de las vigilancias. Sólo 5 vulcanólogos a cargo, utilizando microsismología nada más. Nicaragua o Ecuador tienen sistemas de monitoreo mucho más sofisticados.

La Araucanía, con el “conflicto mapuche” siempre en vilo, está al desamparo prácticamente. Imposible avisar a tiempo, sobre estos fenómenos. Claro, al igual que en toda parte, los más “vulnerables” no lo son por casualidad. Siglos de exclusión no se saltan así no más. No se los brinca un celular, ni los resuelve la telefonía IP!

Un monitoreo desarticulado de los fenómenos naturales, donde la información se esconde y en el mejor de los casos se vende; combinado con grandes limitaciones, políticas y geográficas, resulta en una población escasamente preparada. Sólo un 30% de los municipios tiene “alguna dinámica” en asuntos de reducción del riesgo y en su mayoría los esquemas son de papel. Veamos: la fosa sudamericana, frente a la costa chilena, tiene un tiempo de respuesta de 5 minutos. La red sismológica chilena, con serias limitaciones técnicas (se ha logrado densificar 10 veces sobre lo que había hace 5 años, gracias a que siempre aparece gente como Carlos Aranda, que igual hipnotiza una cobra chamullándole, que saca de tripas sismógrafos), aún no puede hacer triangulaciones eficientes para localizar rápidamente un sismo. En las actuales condiciones, si se genera un tsunami en esa zona, sería materialmente imposible avisarle a nadie. Otra cosa: de Rancagua para el sur (600 kilómetros de costa) el incumplimiento de los controles de construcción a nivel de vivienda popular, la corrupción, el riesgo viejo ya construido, y la casi imposibilidad que tiene el Estado chileno para supervisar la aplicación de las reglas a esta escala, presenta escenarios de impacto sísmico que los expertos chilenos (de calidad mundial) describen con tristeza e impotencia.

Como dice alguna gente de la Asociación de Municipios, o de la Universidad de Chile, cuando se sale de los municipios urbanos, se encuentra uno con una situación similar a la de Perú o Bolivia. La estructura del Estado Chileno, altamente centralizado y escasamente participativo, hasta el día de hoy, establece un curioso y muy especial balance de poderes y ejercicios territoriales. Mucho control a nivel de regiones y al otro lado de la calle una autonomía municipal atomizada, donde se acaba el control encorbatado del Estado central. Una gran cantidad de municipios con responsabilidad sobre un territorio que no tienen capacidad de controlar y – mucho menos – de planificar para el desarrollo. Para peores, un principio de subsidiaridad que se diluye en el círculo vicioso de la concesión: el Estado traslada el riesgo y la responsabilidad a las empresas privadas, las empresas transfieren el riesgo a las aseguradoras y aplican a la cláusula de “fuerza mayor” que las exime del cómo, del porqué y sobre todo del quién paga. La factura, como siempre, le caerá al pobre usuario. La cereza en el pastel, al tener un Estado tan pequeño, se concesiona también el control, y el bien público termina discutiéndose entre actores del sector privado. Dato simple y contundente: un estudio del BID muestra que el 90% de los impactos de desastres en Chile son absorbidos por el 10% de los municipios. Tigre suelto contra burro amarrado!

Así, para acabar de cansar con este cuento, se encuentra uno con unas fabulosas capacidades, muy exitosas en algunos planos, con una estructura estatal claramente orientada a los centros de poder (la ciudad, por supuesto) y unas estadísticas que invisibilizan con pulcritud las falencias... los pies de barro.

Y eso…

lunes, julio 10, 2006

Montevideo entre la bruma del río de la Plata

“Salgo a caminar por la cintura cósmica del sur...", debió entonar Rolando Durán hace unas semanas, lo pensó y lo hizo. Y en su relatorio nos ha descrito la furia de las aguas o la escasez de ellas. No se le escapan ni la sudestada en Argentina, ni la sequía del Chaco boliviano y paraguayo, ni la expansión abusiva de la siembra de soya, ni el río allá en el norte brasileño que se enche y baja lleno de lodo y piedras. Y nos recuerda que tras cada salida de madre de la naturaleza hay hombres, mujeres y esperanzas que se esfuman.
Helo, esta vez, tomándole el pulso a Montevideo. ¡Bárbaro, che!



Qué impresión más grande cuando se asoma Montevideo entre la bruma del río de la Plata. Pensé de inmediato en las Ramblas, en el Ganapán y Buscavida de Galeano en la Canción de Nosotros, y, por supuesto, por sobre todo, en la sombra multiplicada de Laura Avellaneda, caminando por esas calles y declarando la tregua para todos nosotros.

En la turbulencia perenne de la América del Sur, Uruguay pareciera querer pasar desapercibido. Bajo un halo de medianidad y equilibrio, de mar quieta. Se dan el lujo de tener a Onetti, a Galeano o a Benedetti, pero sus librerías no son ostentosas, no te tiran en la cara lo ignorante que sos, lo poco que has leído o todo lo que te falta para ser culto. Tienen muy buenos indicadores de salud, educación y calidad de vida, pero no parecieran vivir histéricos por las cifras, los porcentajes o las tendencias. Se percibe un cierto “caos tropical” que me hace sentirme en casa; cuando las disfuncionalidades se hacen evidentes, lo miran con pasmo, con asombro ausente, como que no fuera de ahí. Pero las cosas así se quedan, se resuelven con una sonrisa y una palabra/frase encantadora: ¡bárbaro!

Montevideo, sin embargo, como todas las capitales de la América Latina, se caracteriza por tener una importante población en situación de pobreza. Esa gente que vive en la cota inferior de la estadística y que, muchas veces, “para reducir el error” se desaparece de la ecuación. Los cantegriles de Montevideo viven una situación de vulnerabilidad perenne. Un riesgo que se ha instalado en la vida de las personas y sus comunidades, desde la fundación misma. Llegaron con el riesgo al hombro, después, de pura casualidad, se han encontrado con un río, un deslizamiento, o una tierra huidiza que se les va por debajo de los pies.

En Uruguay no hay desastres. Eso dice todo el mundo. Aquí como no pasa nada!, bueno, de no ser porque en el norte del Uruguay impacta una sequía creciente – el 2004 comenzó con un déficit de agua, que se extendió hasta la mitad del 2005, o porque el régimen de precipitaciones en otras partes del país se ha duplicado. Claro, las inundaciones que todos los años cobran vidas se dan en aquellas zonas, de las que no se quiere mucho hablar.

En el 2005, un ciclón extratropical se apareció por el Uruguay. En instantes, el litoral del Plata se vio azotado por vientos de hasta 175 kilómetros por hora. La gente no recibió aviso, muchos dicen que los satélites se habían vuelto a mirar el Katrina y a Nueva Orléans. Otra vez, estos aparatos que deambulan como sonámbulos a 45.000 kilómetros de altura, aparecen como héroes y villanos de una historia en la que los protagonistas hacen mutis por el foro y los créditos finales se ven vacíos. Uruguay enfrentó una situación que nunca habían tenido, ni en pesadillas y, otra vez, la realidad se presentó diciendo aquí estamos, y las cosas no andan bien. Después del agua y el viento, que dejó a tanta gente en la calle, los materiales que quedaron en el suelo se comenzaron a incendiar, y el verano también castigó, con los recuerdos del huracán.

La cuenca del río de la Plata es un escenario de gran belleza que Argentina y Uruguay parecen hermanarse y compartir. En el Delta, Buenos Aires de un lado y Montevideo del otro. Punta del Este hacia el océano, para más señas, con toda su modernidad y glamour. En la misma cuenca, más arriba, los conflictos por la industria de la celulosa, Argentina rechaza y Uruguay se impone. El Mercosur se tambalea con un “pequeñito” conflicto, que no saben cómo resolver. Argentina reclama la contaminación posible, pero más arriba, el capital argentino siembra soja del lado uruguayo, ese oro vegetal que está asolando miles de hectáreas de suelo brasileño, paraguayo, bolivianos y del Uruguay. Un cultivo que degrada, impermeabiliza y aumenta las inundaciones.

Uruguay es un país de instituciones pequeñitas, altamente dependiente de su vecinos. La meteorología para el aeropuerto en Montevideo la hacen en Ezeiza los argentinos. La capacidad de gestión ambiental es reducida. El riesgo de su población crece, mientras avanzan la lluvia y la sequía. En un país que recién despierta del autoritarismo, queda mucho por esperar. El equilibrio es frágil y habrá que ver quienes lograrán llegar primero.

Y eso...

jueves, julio 06, 2006

El haiku en quechua

Desde Perú me enviaron estos haikus, poemas breves y exquisitos que le hablan al alma. Matsuo Basho (1644 - 1694), autor japonés considerado el padre del haiku, dice: "es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento". Es como la fotografía de un instante; momentos de la existencia que quedan congelados y, al mismo tiempo, tocan todos los sentidos.(Ver viernes 6 de enero del 2006 “Simplemente en este lugar, en este momento” ).

La gracia de estos haikus venidos del norte es que están en quechua y forman parte de un proyecto que, al parecer, anima el escritor Jesús Manya Salas

El qheswa simi o idioma quechua permite disfrutar la riqueza de la cultura andina, en el harawi, el wayno, la qhaswa, que recogen en sus letras relatos y vivencias de las grandezas y miserias del ser humano frente a la naturaleza, la sociedad y el conocimiento.

La estructura del qheswa tiene tal flexibilidad como idioma, que no sólo ha subsistido la embestida del español sino el complejo de inferioridad de algunos que apenas lo categorizan de dialecto.

La universalidad y singularidad del qheswa simi tiene tal trascendencia como parte de la identidad de la civilización andina, que es capaz de asumir técnicas literarias foráneas para abrir nuevos horizontes.

Es el caso del hayku, de origen oriental, que en tres líneas de cinco y diez frases, es capaz de reflexionar y explicar una filosofía de vida.
Veamos:

Pachak chakicha
q´ala chakiqita qhawarispan
sonqoy waqapun


Pequeño cien pies
al observar tus cien descalzos pies
llora mi corazón



Pinchinkurucha
raq´a tuta sonqo kausayniyta
k´ancharichipuy


Luciérnaga
alumbra la noche oscura
de mi vivir


Y eso...

lunes, julio 03, 2006

De Buenos Aires y otras yerbas

Seguimos con el relatorio de viaje de Rolando Durán.
Tercera estación: Buenos Aires.



Que va uno a decir de Buenos Aires, después de haberse ahogado con Cortázar en el Subte, de haber llorado con Sabina en el río de la Plata, o esperado, con Gardel volverla a ver, antes aún de haberla conocido.

Algunos dicen que es el París de América. Yo no sé. Me caen mal esas comparaciones y les entro con disgusto. Paris se me parece a Paris y Buenos Aires, por dicha, a Buenos Aires. No recuerdo haber visto nunca en Paris a la gente caminando con un termo para el mate, menos con el fervor desentendido con que hacen aquí esas cosas. Tampoco he sentido el olor a carbón que comienza a salir desde temprano en la mañana, ni el chillido de la carne cuando toca los fierros de la parrilla, con fervor atento. Claro, Buenos Aires tiene edificios majestuosos y grandes espacios. Con el fútbol (me ha tocado ver a Argentina jugando por octavos de final), la gente los ocupa, los llena, los inunda. Y saltan, desde que comienza el partido, hasta como dos días después (ganaron, claro).

Después del partido, donde tuvieron la suerte de ganarle a México, la gente deambuló toda la noche, montó una rumba, el mundo se derritió, los problemas se acabaron. Nada pudieron ni el frío ni la garúa. En la madrugada la calle se confundió entre taxistas que recién entraban al laburo, prostitutas trashumantes que peinaban las calles en busca de aficionados a cualquier deporte, con la guita suficiente para dar calor, y aficionados enronquecidos tocando cornetas y abrazando los postes de vez en cuando, para recordar donde quedaba el suelo.

Muchas otras cosas se quedaron momentáneamente en el olvido. Como las grandes disparidades que siguen caracterizando este país. Argentina tiene una agencia espacial, después de Brasil, la más avanzada de América Latina. En pocos meses tendrán seis nuevos satélites en órbita. En situaciones especiales tienen capacidad de reenfocarlos y escudriñar con precisión de hasta un metro la superficie nacional y partes de Uruguay, Chile y Paraguay. El nuevo sistema, que utilizará con mayor intensidad las tecnologías de radar e infrarrojo y permitirán ver algo que siempre han soñado los ángeles: que es lo que pasa debajo de las nubes!

Precisamente, debajo de las nubes, cuando pasa la sudestada o cuando los otros vientos del sur levantan la humedad, el borroso brillo del neón en Buenos Aires se cubre de gris, y en la “mesopotamia argentina” por donde bajan el Paraná y el Uruguay, la lluvia cae e inunda. Contundente, sin miramientos, sin esperar a que los satélites y los políticos se pongan de acuerdo. Cerca de ahí, el 29 abril del 2003, se inundó Santa Fe. Esta ciudad – otra mesopotamia, sin nomenclatura – está flanqueada por el río Salado y el Paraná. Todo el mundo estaba esperando un desborde del Paraná, para el cual ya había diques y otras obras, pero nadie le puso atención al río que tenían a su espalda. 100.000 personas tuvieron que salir huyendo, los que pudieron. Un tramo nunca terminado del dique permitió la entrada del agua, y después, las viejas obras de protección no la dejaron salir. Una cuarta parte de la ciudad quedó bajo el agua, y hubo que dinamitar los diques para que saliera. Por primera vez en mucho tiempo, la Argentina debió pedir asistencia internacional humanitaria. Los satélites lo sabían.

Una investigadora, Ofelia Tujchneider, relata: “No teníamos datos hidrológicos, ni programas de monitoreo, las obras de defensa estaban inconclusas pero aún así se asumió una situación de seguridad inexistente, carecemos de regulaciones, control y planes de contingencia”.

Algunos estudios muy recientes, como el de indicadores de Riesgo y Gestión del riesgo, elaborado por el BID y la Universidad Nacional de Colombia, muestran como el Índice de Vulnerabilidad Prevalente se ha reducido en la mayoría de países de la región, excepto en la Argentina, donde ha aumentado significativamente.

La falta de resiliencia de las comunidades y un bajo nivel de capacidad institucional para manejar el riesgo aparecen entre las explicaciones determinantes. Por ejemplo, el 72% de los hospitales o no tiene o no practica planes de contingencia y el 80% no tiene estudios de su vulnerabilidad estructural.

En la Cruz Roja Argentina se habla de un 35% de la población bajo el nivel de indigencia. El PNUD indica que la población viviendo bajo la línea de pobreza extrema aumentó más del triple entre 2000 y 2003. De la Patagonia para abajo, los impactos de las heladas y tormentas de nieve, casi no se pueden cuantificar. En otras palabras, no se sabe siquiera cuando la gente se afecta.

Como dijo Sabina, sobran los motivos!

Mirar estas situaciones me hace recordar aquella canción de Eduardo Falú que decía:


El islero siente resignadamente
que su pobre vida
queda acorralada como su ranchada
sobre un albardón,
su suerte está echada en esta anegada
soledad perdida,
en donde la lluvia de invierno diluvia
y la sudestada mantiene empacada
la furia inocente de la inundación.

Juanito Laguna, mirando la luna
que se hizo con agua
y las crestonadas que al norte en bandadas
emigrando van,
en su barro tierno de dolor eterno,
medroso presiente
que en aquel invierno vendrá la creciente
dejando sin rancho, desnuda la gente,
sembrando en las islas la devastación.



Y eso...