La Ventana de Trutruka

lunes, junio 18, 2007

El viejo del saco


Cuando niños, si no dábamos en el gusto a los adultos y no accedíamos a sus enojos y caprichos, nos amenazaban y atemorizaban con el viejo del saco. Eran los mendigos, los indigentes, los limosneros, los vagabundos, a los que ahora denominan como personas que se encuentran en situación de calle. En Francia, son atracción turística, los famosos ”clauchards”.
A propósito de las heladas que nos han afectado estos últimos días, el director social del Hogar de Cristo, Benito Baranda, escribía a La Segunda que “en estas ocasiones queda de manifiesto la enorme vulnerabilidad y exposición a riesgos que viven diariamente las personas que habitan en las calles. La lluvia y el frío, así como la falta de protección e insatisfacción de necesidades básicas, son aspectos cotidianos para este grupo marginado y excluido de la sociedad”.
Algo ha cambiado desde el Estado y la sociedad Civil. El 2005 se hizo un catastro a nivel nacional de estas personas y se les incorporó al Sistema de Protección Social Chile Solidario. Varias ong’s se han concertado en torno a la RedCalle. Falta mucho por hacer y por terminar con la discriminación a este grupo de “intocables”.
Ayer el cable nos traía una noticia de Salta, Argentina, donde un indigente encontró una billetera con 2700 dólares, cheques y varias tarjetas de crédito en una plaza y la devolvió a su dueño. Se trata de Ricardo Ismael Medina, quien vive en una improvisada morada al costado de un monumento, junto a un grupo de perros y once gatos. “La verdad es que no dudé un instante en devolverlo porque eso era algo que no era mío y si mis amigos se hubieran enterado de que me quedé con algo ajeno, me hubieran dado vuelta la cara” afirmó. Si su compatriota Menem lo emulara...
En Panamá, la poeta Lucy Chau nos sorprende con IndiGentes. Todo comenzó con un poema que escribió y que le fue quedando solitario. Se preguntaba si era posible hacer un libro con un solo poema porque hay algunos que no caben en antologías, que cuesta hacerlos encajar en una colectividad. Así es como se quedan huachos en cuadernos, hasta que se pierden. Viven y mueren esperando su destino, y ese era el destino de IndiGentes.
Superada la duda, un libro vio la luz este año, en Panamá, de 8 páginas y con su debido registro ISBN 978-9962-00-182-9 1.
El próximo paso fue distribuirlo y qué mejor el día mundial de la poesía, 21 de marzo. Ese día se entregaron libros a seis indigentes, previamente identificados, quienes intentaron venderlos a los automovilistas en los semáforos y esquinas de las transitadas calles de Ciudad de Panamá.
En el blog http://poemaindigentes.blogspot.com/, Lucy escribe que “IndiGentes es una propuesta para escuchar, para mirar y para actuar” y por ello cedió los beneficios de esta primera edición a personas que viven en y de la calle, porque cree que estos ciudadanos y ciudadanas están ahí por cortesía de una sociedad que les ignora constantemente sin reparar en que para ser indigente "sólo se requiere un golpe de suerte".

IndiGentes


En una ciudad
en la que los fantasmas
pueden verse sin esfuerzos,
decidieron llamarles indigentes.
Nadie sabe
cuándo fue que murieron,
pero ya no están
de cuerpo presente,
ya no son más que espantos
que fingen dormir en las aceras.

Si por descuido,
en esa ciudad
se transita por las calles que pueblan,
si con uno de ellos
alguien se encuentra;
apura el paso,
sumerge la mirada en sí,
en el semáforo,
cambia de estación en la radio,
o bien,
si el terror se lo permite
tira al aire algunas monedas.

Ellos, los fantasmas,
siempre del mismo color
- ocre verdoso -
a veces parecen evocar
tiempos venideros,
y se hacen más
volando entre tinacos,
puentes, plazas, parabrisas,
unos con bolsas llenas de recuerdos ajenos,
otros con piedras
para el lobo de caperucita.

Los habitantes,
fieles tributarios
al banco de indigentes
esperan gracias
por sus dotes egoístas,
y los fantasmas
- siempre generosos -
se las dan,
aunque en el fondo
sienten pena, porque saben
que para ser fantasma
sólo se requiere
un golpe de suerte.

Y eso...

jueves, junio 07, 2007

Aquí estamos, Raquel

“Raquel, atrincherada en su habitación, había decidido dedicarse para siempre a la poesía”.
Alejandro Jodorowsky,
en “La danza de la realidad”


Desde Lima, me escribe Diana, que conoció a una poeta chilena, de casi 90 años, que vive en digna pobreza franciscana, cerca de su casa y a quien visita regularmente. Se llama Raquel Jodorowsky .

“Lo cierto es que vivió aquí toda su vida y no en Chile, pero resulta que no es de aquí y tampoco es de allá... La viejita es encantadora y escribe todos los días. Ella anda preparando una publicación para México y escribe en su máquina antigua y manda sus poemas por internet, de hoja en hoja. Ella es muy delicada, vive muy modestamente y con mucha dignidad...”, cuenta Diana.


Totalmente desconocida en Chile. Sin embargo, ya en 1957, Jorge Eliot la mencionaba entre las poetisas jóvenes que en esa época destacaban, en "Antología crítica de la nueva poesía chilena", en Publicaciones del Consejo de Investigaciones de la Universidad de Concepción. Después de 50 años de ausencia, estuvo de vuelta en Chile gracias a "La Región XIV", en un encuentro organizado por ChilePoesía, el 2005.


¿Quién es Raquel Jodorowsky?


“Vengo del fondo de la Tierra. Nací geminiana, dentro de una mina de cobre en el Norte de Chile, famoso lugar de boxeadores. Desciendo de colonos. Mi padre, tañedor de balalaika, apaleado en Rusia, minero en Chile, profeta en Israel.
Mi madre, analfabeta, rompió árboles, hizo un arado y sobre los pantanos sembró el maíz inaugurando el granero de Argentina.
¡Yo soy América!
Aprendí a "escribir" antes de aprender a escribir y a leer.
Como las muñecas me parecían niños muertos, jugué con las arañas del salitre y los lagartos de la arena, y conversé con los perros bravos, cuidadores del oro.
A los 11 años vi por primera vez un árbol, al borde del desierto de Atacama, creí que era un señor. Lo saludé.
He escrito doce libros de poesía. Tengo un hijo y un gato. Y tengo el mundo entero.
Es todo”.



Y para conocerla un poco más, en estos tiempos en que todo el mundo anda preocupado del cambio climático, de los altibajos de la temperatura, de desastres ecológicos por doquier, peces muertos en el río Mataquito y derrames de petróleo en Talcahuano, de CELCO y Pascual Lama, escuchemos su voz.


AQUÍ ESTAMOS


Aquí estamos las madres negras
petrificándonos
como un raro ejemplar
de otras edades.
Sin que estas palabras
puedan cambiar
las decisiones de los hombres
que mantienen los pueblos
en la sombra.
Aquí estamos las mujeres poderosas
rodeadas de atormentadores
reducidas a cenizas
por la mano del hombre.
¿Dónde va a florecer nuestra familia
si se contamina la vida
en el Pacífico
y hacen estallar el espacio
rompen el aire de dragones imaginarios
si desequilibran las nieves de los Polos
y también las profundidades de la tierra?
Dónde alimentar la sonrisa de los hijos
con peces muertos, vegetales muertos, aire muerto
alimento envenenado
cabellos, piel, el color de los ojos
envenenado
la alegría de vivir envenenada.
Sin que ninguna de mis palabras
pueda cambiar nada.
Aquí me desintegro
sin haber tomado parte
ni ser poeta comprometida
con cualquiera de esas mentes
destructoras
de mis generaciones sobre la tierra.


Y eso...




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