La Ventana de Trutruka

miércoles, marzo 28, 2007

Muñeca mía, hermana, mutación maravillosa

Nunca estuviste mejor que en tu propia muerte. Majestuosa y viva como nunca. Bella, bella y tres veces bella.

Así describe y despide a la actriz chilena Sara Astica, uno de sus amigos y compañero de teatro y exilio, el actor Leonardo Perucci.
Sara Astica murió el pasado viernes en Santiago.
Poco o nada se supo por ésta, su tierra natal.
En 1974, Sara se exilió con su familia en Costa Rica, huyendo de la dictadura de Pinochet, tras haber sufrido múltiples y dolorosas torturas que la marcaron de por vida.
En Costa Rica, la recuerdan con cariño. Allí fue actriz del Teatro Universitario, la Compañía Nacional de Teatro, la Sala Vargas Calvo y La Comedia. Obtuvo el Premio a la mejor actriz de la Muestra Nacional de Cine y Vídeo, con el cortometraje de ficción de Esteban Ramírez, “Rehabilitación concluida” y el Premio Nacional a la Mejor Actriz Protagónica en 1999. Junto a su esposo Marcelo Gaete, fundó el Grupo Surco, escogido como mejor Grupo de Teatro en 1999, con el que presentó varias decenas de obras. Camino al cementerio, frente a una casa de la calle José Domingo Cañas, antiguo recinto de tortura, Sara, militante del MIR, recibió un homenaje de sus compañeros.
Comparto con ustedes este in memoriam de Leonardo Perucci.


Muñeca mía, hermana, mutación maravillosa

Metamorfosis súbita, vida y muerte juntas. Parábola insólita. Magia de tu razón y cuerpo. Princesa de los hielos, reina de todo los que te amamos. Reencarnación perfecta a tus veinticincos plenos.

Mientras acaricio tu fría frente, inerte espacio que voló a nosotros, me comunico como siempre al derrotero común de nuestras vidas .Luz, sendero, catapulta, quimera y utopía.

Y estás conmigo y con nosotros: niña, amante, actriz, compañera, prisionera, torturada, vendedora de empanadas, maestra, madre, combatiente, amiga…y el largo etcétera por el que te quiero.

Caracterización perfecta es la frialdad de tu cuerpo. Nunca estuviste mejor que en tu propia muerte. Majestuosa y viva como nunca. Bella, bella y tres veces bella.

Conozco tus secretos como mi propio arcano, fui cómplice incondicional de tus deseos y amigo en la hora del amigo. Hermano en la hora del dolor y solidario en el espacio del silencio.

Qué difícil será llenar “el breve espacio en que no estás”, espacio que seguirá creciendo en la medida en que nos acerquemos a tu estancia.

La bandera del MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, sobre tu ataúd fue el último de tus mensajes para decirle a Chile, una vez más, que tu camino fue el correcto y que la tarea comienza una vez más.

Sarita hermana…, ojalá nunca descanses en paz para que las nuevas generaciones vivan en la verdadera paz que tú querías”.

Y eso….

jueves, marzo 08, 2007

Chicas malas



Ya se convierte en tradición iniciar el año laboral celebrando el Día Internacional de la Mujer. Jornada de presentes simbólicos, de bellas palabras y buenas intenciones. Ojalá durara todo el año. Es un día aún no contaminado ni apropiado por el mercado.
Yo me sumo a las celebraciones.
Un saludo a todas las mujeres, de todas las generaciones, de todos los rincones, de todos los planetas.
A las mujeres trabajadoras de taco y cartera, a las trabajadoras de casas ajenas, a las jefas de hogar, a las servidoras públicas, a las temporeras, a las pensionadas ...
También, me permito un guiño a las mujeres de mi generación, a las que alguna vez rayaron con la Piaf, el Che y mil otras locuras todavía vigentes. No sé si corresponda la asociación, pero recordé el graffiti “Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes”. Por eso, para ellas, para todas, de la poeta costarricense Arabella Salaverry, el poema “Chicas malas”.

Fuimos las chicas malas.

Asustamos a los vecinos
y escandalizamos a las señoras
que salían de misa.

Siempre de negro
para diluirnos entre las sombras
y desaparecer de los espejos.

Tomábamos coñac
en tardes infinitas
mientras el jazz
nos cubría
escurriéndose luego
por los poros.

Disfrutábamos la hierba
ocasionalmente
sin compulsiones
sobre todo cuando queríamos
abrir los ventanales del cielo
acostadas sobre el pavimento
de nuestra ciudad amable
y mirar infinitamente las estrellas.

Hicimos de nuestros cuerpos
una fiesta.

Cursamos invitación
sólo a los iniciados.

Nacimos despidiendo una guerra
vivimos Viet Nam
otro acto obsceno
y el recuerdo de Nagasaki
junto a Hiroshima
igual a una herida expuesta.

Nos desvelamos con Sartre
pero fue Simone quien nos ayudó
a hilvanar nuestra protesta .

Consideramos a los Beatles
un tanto pueriles
porque era Piaf
quien nos alimentaba.

Trenzamos flores
nos pusimos guirnaldas
pero siempre fuimos suspicaces
con las exportaciones del Norte.

Nunca pensamos
que seríamos reinas
más bien
quisimos con el Che
ser compañeras.

Compartimos cuerpo y alma
sin pedir nada a cambio.

Encendimos lámparas
para apagar la angustia
la pura y limpia angustia de estar vivas

La vida ha sido nuestro manifiesto.

Vivimos tan
pero tan intensamente
que ningún dolor nos fue
ni nos podrá ser jamás ajeno.

Fuimos las chicas malas
olíamos a incienso
a pachulí
otras veces a menta fresca
pero el olor
que nos acompañó
siempre
fue el de la tristeza.

Fuimos las chicas malas
y aunque no lo confiese abiertamente
por el qué dirán
los hijos
los amigos sensatos
el perro
los parientes
seguimos y seguiremos siendo

chicas malas.

Y eso...