La Ventana de Trutruka

jueves, agosto 16, 2007

Salvo efectos colaterales


“En el espacio que hay
entre el fin de tu duda
y el principio de tus ganas
había algo ahí
pidiéndome que me asomara a tu ventana”
“Ese lunar”, Kevin Johansen


En mi vida no pasa nada, salvo andar un poco descolocado a causa del reordenamiento del transporte urbano dispuesto por el gobierno, el famoso transantiago, que yo, como irreductible peatón, utilizo sin chistar. Y, salvo andar entusiasmado con una vecina del barrio que conocí en la parada de micros, con quien cada madrugada viajamos juntos al trabajo y compartimos el bus y el metro cuadrado del Metro que transporta a quizás cuántos miles y miles de vecinos y vecinas de este gran Santiago.


Y salvo que e
l otro día fui al lanzamiento de un libro de poesía “Breviario del deseo esquivo” –que, a todo esto, extravié, no recuerdo si lo presté o perdí en algún trasbordo-, de la tica Arabella Salaverry, la mujer de Leonardo. Menos mal que alcancé a rescatar algunos versos del poema que da el nombre al libro: “Puedo enseñarte/ el intrincado camino que lleva a mi deseo. / Lo conozco de ida y vuelta. / Si necesitas luz/ mapa/ señal/ y guía/ me ofrezco a acompañarte”. Versos que han desatado más de alguna fantasía en uno de mis tantos mañaneros viajes en Metro junto a ella.

Y e
ntre estación y estación, y de sorpresa en sorpresa, tan cerca y tan vecinos, y no sabíamos de nuestros caminos recorridos y, a veces, a causa del vaivén y las frenadas del tren, sin querer queriendo, he rozado su cuerpo y comprendido. “Te puedo enseñar/ cómo responde mi piel/ a la caricia”, me imagino que musita.

Y el tren vuela, los minutos vuelan, mi corazón vuela, mi imaginación vuela, y entre los miles de pasajeros y las luces y los altoparlantes gritan “...nadie como yo/ puede guiarte/ para encontrar el camino/ que llega a mi deseo esquivo”.

Y en la estación Baquedano hago el trasbordo sin ganas y un contenido beso en la mejilla me desliza hacia el andén, y empujado por la multitud subo y bajo escaleras hasta la línea 1 y corro a la oficina para escribir y confesarle mis deseos ocultos, un calculado plan que concibe que estos trozos de palabras o alguno de ellos se cuelen por los intersticios de la red y lleguen hasta el centro de su e(squivo) mail.

E
n fin, así ha ido mi fome pero zarandeada vida, con estos no previstos efectos colaterales o benditos coletazos, gracias al afamado y vapuleado transantiago.


Ah! y salvo que el viernes pasado me contó que le cambiaron el turno así que, ahora me estoy yendo, rumiando solo mi secreto, en taxi.


Y eso...


jueves, agosto 09, 2007

Copihue, una historia de amor

El copihue -copiu en mapudungun, Lapageria rosea para los botánicos, flor nacional de Chile,- crece hoy en un rincón del jardín de la casa de mi compadre Jecho, en Lanaken, comarca situada al noreste de Bélgica y pegada a Holanda.
En un correo electrónico, un emocionado y perseverante Jecho se enorgullece de su logro – “me cachiporreo”, dice- y envía una foto de su copihue, “... tercer año en Bélgica y ya tiene 10 flores, lo tenemos en un macetero detrás de una hortensia; éstas son las flores más grandes, las otras pequeñas parecen ají y están verdes todavía...”.
En Chile, trepado en boldos, coihues, canelos y avellanos, y enredado en matorrales; en Lanaken, conviviendo con hortensias. Milagros de la globalización...
La leyenda dice que el copihue es una flor inspirada en la historia de un amor imposible, una historia trágica a lo Romeo y Julieta, pero esta vez entre jóvenes mapuches de tribus rivales. Aquí va la versión recogida por el escritor Oscar Janó.

“Hace muchos, muchos años, cuando todavía no llegaba el hombre blanco, habitaban la tierra de Arauco, pehuenches y mapuches. Allí vivían una bella princesa, llamada Hues, y un vigoroso príncipe pehuenche, cuyo nombre era Copih. Sus tribus estaban enemistadas y se combatían a muerte. pero Copih y Hues se amaban y se las ingeniaban para encontrarse en lugares secretos de la selva.
Un malhadado día los padres de ambos jóvenes se enteraron y temblaron de furor. Copiñel, el jefe de los pehuenches y padre de Copih, y Nahuel, jefe mapuche y padre de Hues, se fueron cada uno por su lado hasta la laguna donde ambos enamorados se veían furtivamente. Cuando Nahuel vio a su hija abrazándose con el mozo pehuenche, arrojó su lanza contra Copih y le atravesó el corazón. En medio de un borbollón de sangre, el príncipe se hundió en las aguas de la laguna. El jefe Copiñel hizo entonces, lo mismo con la bella Hues, quien, con el corazón atravesado por la lanza implacable, también se hundió en la laguna. Hubo mucho llanto en las dos tribus por la muerte de los dos jóvenes.
Cuando hubo pasado un año, pehuenches y mapuches se reunieron en la laguna para recordar la muerte de sus príncipes. Llegaron de noche y durmieron junto a la ribera, pero con las primeras luces del día, vieron en el centro de la laguna un suceso asombroso: del fondo, surgían dos lanzas entrecruzadas .Una enredadera las enlazaba, y de ella colgaban dos grandes flores de forma alargada: una roja como la sangre y la otra blanca como la nieve. Las tribus enemistadas comprendieron, se reconciliaron y acordaron llamar a la flor: copihue, que es la unión de Copih y de Hues”.

Y eso...

miércoles, agosto 01, 2007

Cosas de gatos





Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lágrimas y sonrisas
(de ésas que hacen temblar el cuerpo de alegría).

Aunque peque de poco original, no puedo dejar de recordar que agosto es el mes de los gatos. Aunque para ser más preciso, es el mes de las gatas. Resulta que el período de celo de las mininas es estimulado por la luz y agosto es el mes más luminoso del año juntas estas dos variables las gatas se vuelven irrefrenables, y a los gatos qué les han dicho!, irrefrenables también.

No hay escritora, escritor o poeta que no le haya dedicado algún verso a estos felinos. El año antepasado posteé (el 20 de septiembre) el poema Como gata boca arriba, de la nicaragüense Gioconda Belli, cuya primera estrofa transcribo al inicio.

Víctor Romero, poeta ecuatoriano, se hace presente con “Historias que duermen en el sillón del gato”. Antropólogo y comunicador social, nació en Cariamanga, provincia del Loja en Ecuador, por allá por los 50. Vive entre Quito y Latacunga, entre bares y academia, entre disquisiciones filosóficas y revolute cotidiano, eso cuentan. Pueden visitar su blog: http://lafiestadelcuy.blogspot.com/

Historias que duermen en el sillón del gato

No tener un amplio y viejo sillón con historia
frente a la mesa de trabajo

No tener una historia larga y enredada
dando vueltas y vueltas
viejas historias que se escurran
por el mismo agujero
donde debería estar el gato
a la caza de ratones que como viejas historias
intuyen el peligro mortal

Hay que entender de nuevo:
Viejos finales vueltos a contar
Trocadero de los grandes desafíos
de los pequeños
A los pocos años de experiencia
máquina sexual que se encabrita
Salta

A los trece abadesa de las condenas
Todos los años
los pantalones arremangados hasta la conciencia
hasta la tragedia de la caja de fósforos
incendiada en los bolsillos

1968
la muerte del ché
Dieciocho años y buena suerte para las jugadas
\difíciles
hasta la victoria con las palabras sexo-iniciales
buena leche para las sacadas de vuelta
Falsos compromisos

Abuela ciega engañada por falsos lazarillos
muerta poco tiempo después
Crisis de época
Los instantes pocos y las noches sin luna
Cerrada las cortinas
Verdes los árboles pensados
los jardines sin flores

Sucede lo inevitable

En uno de los cuartos suena la televisión, la ciudad es un estadio en día domingo. El ruido. Albinoni anula toda posibilidad cuando llega un recado urgente de la cocina, mi presencia es necesaria, impostergable. No pasa el agua por la cañería –dicen- no puede detenerse la historia.

La costarricense Ana Istarú, en Mujer del organillo describe a
“... esa mujer
que mirando de manera minuciosa
estampó su pupila detrás de mi pupila
como un gato que se ahoga...”

y en Nos acordaremos todos a
“el gato sucumbiendo a la pasión (a las pasiones varias: pájaros peces)...”.

Un chileno, Claudio Alvarado Ladrón de Guevara, diseñador gráfico, fanático del Colo Colo, bohemio y transeúnte de las noches santiaguinas, también evoca a estos misteriosos seres.


Minina
Ven ese gato en la casa de mi amigo Francisco?
acostado
largo como Chile
se ha puesto cerca de la estufa y la tetera,
me acostaría a su lado
y me perdería en su sueño ignorante
entre las cosas de la casa
y las caricias humanas.



Las locas carreras por los techos recién comienzan y los quejosos maullidos nos despertarán a medianoche. Bien por los gatos! Y la verdeceleste Ojos de Gata, cuándo?


Y eso...