La Ventana de Trutruka

jueves, junio 29, 2006

Desde el Chaco boliviano



Tal como mencionaba en la presentación de este blog, allá por agosto del 2005, La ventana de Trutruka pretende ser una caja de resonancia de lo que se publica en www.trutruka.cl y un canal de difusión de las voladas de mis amig@s, conocid@s, y propias. Hoy seguimos con el relatorio de viaje de nuestro amigo tico Rolando Durán.
Ahora, desde el Chaco Boliviano...



El Chaco Suramericano es la segunda reserva de biomasa del mundo, dicen algunos. Quien sabe. Lo cierto es que el Chaco impresiona a cualquiera que llega por ahí, no importa si entra por Argentina, Bolivia o Paraguay.

Yo tomé un vuelo en una pequeñita avioneta en Santa Cruz de la Sierra, para ir a Yacuiba y adentrarme en el Chaco Argentino. Sin embargo, cosa curiosa en una región con un espantoso déficit de agua, una tormenta no permitió aterrizar ahí. Al final, hubo que bajar en Camiri, un pequeño pueblito petrolero del Chaco Boliviano, muy cerca de la Quebrada del Yuro, donde mataron a Ernesto. Ahora, por cierto, harán un proyecto turístico que se llama “La ruta del Ché” para que los jovencitos que miran la foto ésa en su reloj Swatch o en la camiseta rebelde de la escuela, puedan mirar de cerca la pileta donde lo exhibieron.

El viaje desde Santa Cruz impresiona, pasando por zonas boscosas con un verde engañoso y algunas copas de un rosado chillón. Cursilería de la naturaleza.
Entre los matos, unos pájaros que parecen dinosaurios caminan delante de uno, como con pereza de salir volando, o te encontrás de pronto con un carnero tan extraño que parece que algún vicuño extraviado se aprovechó de algunas abuelitas en sus tiempos mozos y luego volvió corriendo al altiplano.

El bosque espinoso es una muestra de la realidad más apremiante del Chaco: la escasez de agua. La floresta saca todos sus mecanismos para capturarla, con la poquita que se infiltra en el suelo, se llenan de espinas y hojas puntiagudas para capturar algo de la evaporación, que además de condenar esta zona a una sequía casi perenne, convierte la región en un horno donde uno se puede asar al pastor sin darse cuenta.

En el lado boliviano, la presión por el petróleo, la ganadería extensiva y la siembra de soya, arrinconan al bosque, impermeabilizan los suelos y degradan al galope las frágiles condiciones sociales y ambientales. En el Chaco paraguayo buscan petróleo desesperadamente. Excavan y encuentran agua. En el Chaco Boliviano los campesinos buscan agua desesperadamente, excavan en busca de agua y encuentran un petróleo que ninguno quiere, porque no los beneficia. En la cuenca baja del Río Pilcomayo, los argentinos hacen presas que impiden la circulación del surubí y los pescadores bolivianos se quedan sin peces.

En esta región, una vaca necesita de 15 a 20 hectáreas para vivir y ser productiva. Los ganaderos tienen todas las opciones para conseguir la tierra que les haga falta. En el Chaco Paraguayo, un indígena cazador y recolector necesita 1 hectárea para medio sobrevivir, y no la tiene. Las instituciones llevan cantidades grandes de comida, y se olvidan que esta gente no sabe almacenar. Cuando se comen en unas semanas lo que les dan, se enojan y no vuelven.
Esmeralda es un pequeño poblado en la frontera bolivano – paraguaya. Al lado del Pilcomayo, que sirve no sólo de frontera, sino de fuente de comida. Cuando lo miré, me dio la impresión que el hilito de agua que quedaba ya no lo arrastraba ni la gravedad. Majestuoso talvez en algún tiempo, ahora lo cruzan caminando, y esto que no ha comenzado la estación seca. Algunas lanchitas tratan de sobrevivir, cruzando a una gente, que ya no tiene miedo a ahogarse, sino a mojarse los pies.

La realidad de la región es apabullante: Cruzamos ilegales hacia Paraguay, por un brazo del río, casi nos ahogamos en polvo!


Y eso...

1 Comments:

At 3:55 a. m., Anonymous Anónimo said...

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