La Ventana de Trutruka

domingo, febrero 19, 2006

Febrero no ha terminado…



Pura vida! No más llego de la bella y apacible Costa Rica y ya llega un cargamento de poesía centroamericana, enviado por Rolando Durán. Desde Chile, una vez más gracias, Rolando y Claudia, por su amistad y hospitalidad, por las conversas y los paseos a bares llenos de música y ron.
Les dejo con Rolando, no sin antes sugerirles visiten su página www.geocities.com/rolandodv/


Lo que pasa es que Lucho Mella de Chile anduvo por estos pagos, escarbando poemas y música. Se apertrechó con el Papaya Fest y salió de aquí con municiones de calypso tico y panameño; música garífuna de la profunda Honduras caribeña; rock latino del caos urbano de la América del Centro (de la cintura de ustedes, ya?). Se echó al hombro el manifiesto de los poetas en Granada, Nicaragua, pero le quedamos debiendo unos poemas de amor, a propósito de febrero. Así que aquí van algunos. Comienzo con el hermoso poema de José de Jesús Chuchú Martínez, que musicalizó Rómulo Castro y el grupo Tuira…

Ars Amandi
Chuchú Martínez. Panamá.

Respiran todos los seres
en el aire que respiras,
miran todo lo que miras
y son todo lo que eres.
Hombres, niños y mujeres,
y hasta el muerto más profundo,
tienen vida, amor y mundo
en tu cuerpo, en tu regazo,
que cuando beso y abrazo
con la tierra me confundo

Nunca fue tan mío el mundo
como ahora que te quiero,
ni fue tan duro el acero,
ni el corazón tan profundo.
Porque ahora cuando hundo
en la tierra mis amores,
me alimentan los dolores
de los muertos en la guerra,
que amándote amó la tierra
y a todos sus pobladores

Adiós, amor, me despido
de ti, de mí, de los dos;
a los tres un mismo adiós
en tres muertes dividido.
Con los dedos cuento, mido
lo que no tenía medida.
Y con el alma podrida
recuerdo nuestro amor tierno
¡Chucha, qué poco lo eterno!
¡Mierda, qué larga la vida!



Vengo a pedirte
Ana Istarú. Costa Rica

Vengo a pedirte besos
por puñados
para lentamente
reconstruir
el verano de espigas
que perdí
porque no estabas,
y mi corazón que se hizo viejo,
abejorro hambriento
y desconsolado.

Para calmar
el frío de las palomas,
la piel llena de musgo,
y el mar, la noche,
mi tristeza de cardos,
sin lunas
sin veranos ni besos.


Quiero ser todo en el amor
Claribel Alegría. El Salvador

Quiero ser todo en el amor
el amante
la amada
el vértigo
la brisa
el agua que refleja
y esa nube blanca
vaporosa
indecisa
que nos cubre un instante.



Estación Cero
Diana Ávila. Costa Rica

si vuelvo
y beso
el puerto de tu boca
que apenas humedeció mis dientes
si soy poco
demasiada neblina para tu sedosa cabeza imperturbable
si abro
con broncas palabras azuladas manzanas de agua
este corazón que cree
contener hermosas estaciones donde el sol crece

si intento
siquiera asomarme
sin pretender saber si una cebolla
o una mandarina…

si vuelvo y dejo
si que se vea
en tu cenicero de aguas
una ola creciente

si sólo fuera el viento
que navega en tu espalda
que no se apague



Yo, la que te quiere
Gioconda Belli, Nicaragua

Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho.
Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.
Yo caliento tus noches
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que cante y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo,
la que te quiere.



III
Mario Matarrita. Costa Rica

Mujer
celebro y canto
tu llegada del mar
Como en los antiguos ritos
descalzo ante tu reino
abro el corazón
ofrendo
la música
el color
la palabra
el fuego
la pasión

Con todo
cómo llegar a ti
sino a través de ti
Torrente boreal
emoción incontenida

Asombro.



Vigilia del amante
Mario Payeras. Guatemala.

Estás ahí dormida
y oigo tus pasos en el laberinto.
Yo conozco el secreto
de esa espiral de espejos
y la canción que vence a la bestia
que brama.
Pero nada puedo hacer
porque nos fue vedado
violar los sueños del otro.
¿Cuándo volveré a escuchar tu risa,
el estruendo de la lluvia
y los pájaros apresurados
como en tus sueños antiguos?

Nuestro deseo
Otto René Castillo. Guatemala.

A mis manos
sube tu cuerpo
desnudo
en esta ola de tiempo.
Tu cuerpo
es como un río
de fuego,
hacia mis dedos
viene,
cantando su piel.

Mientras tanto,
un viento lejano
sopla
salvajemente la ribera
del lago
donde se alza nuestra casa.
La tarde es un pájaro gris.

Tu cuerpo
sube , entonces,
hasta las llamas de mis manos,
y juntos ardemos y ardemos,

A lo lejos
el agua es más azul
que nunca
y más hermosa su mirada.
“Amor – te digo –
nuestro deseo tiene
su andar en incendio”.



Causa Común
Rigoberto Paredes. Honduras.

dormiremos
amor con los ojos abiertos

hábiles
sin sosiego
arderán nuestros cuerpos
como una fresca llama
(como una fresca llama en la espesura)

arderá igual la tierra
laboriosa
despierta
inacabable
y el vasto resplandor
de seres y deberes
nos hará ver más claro
que la vida no es sueño.



Y sin embargo, amor…Roque Dalton. El Salvador.

Y sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.

Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez entre mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a sus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con palabras.

Pero ya no habrá tiempo de llorar.

Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón.


Hace frío sin ti,
pero se vive.



Y eso...