La Ventana de Trutruka

jueves, agosto 03, 2006

Arte, modernidad y otras yerbas

Desde Montevideo, Marcelo Zurita, comunicador radial, nos envía esta reflexión acerca del real significado de la expresión “no estoy ni ahí” de los jóvenes de hace una década, porque “no es lo mismo no estar ni ahí con Don Francisco que con los responsables de torturas, muertes y desapariciones”; nos ilustra con la hipermodernidad y nos advierte que el futuro viene lento pero viene…y que los valores no han muerto.


Nihilismo, niahí-lismo:
(Los valores no han muerto. Vamos todavía...)


Entre tanta apatía posmoderna, algunos sectores llegaron a hablar del "niahí-lismo" de los jóvenes. El rebuscado concepto refería a la frase "no estoy ni ahí" acuñada por la juventud, a propósito de temas y cuestiones que parecían pasarles por el costado sin llegar a tocarlos.

La moda suaviza los conflictos sociales

En efecto, no-estoy-ni-ahí equivalía a decir: no me interesa en lo más mínimo. Y la muletilla se fue transformando en una suerte de escudo protector, cuya gracia consistía en filtrar la tontera, la pavada, la chabacanería, la moda, la mayúscula huevada que proponía, por ejemplo, la televisión.
Pero, la apatía devino en bronca. Bronca con los políticos corruptos, con los torturadores, con los jueces vendidos, en fin. Con todo aquello que la juventud consideraba carroña.

"...bronca porque matan con descaro, pero nunca nada queda claro"

De esta manera, no era lo mismo no estar ni ahí con "Don Francisco" que con los responsables de torturas, muertes y desapariciones.
Esta posición -vista así- dejaba automáticamente de ser indiferente. No estar ni ahí con la justicia y los fiscales, ya no estaba significando "no me interesa". Muy por el contrario, esa misma generación -no sin una carga de escepticismo- inclinaría la balanza electoral hacia aquellos sectores que parecían menos corruptos y con los cuales la cuestión de los derechos humanos y la justicia social no caería, al menos no tan abruptamente, en saco roto.
El niahí-lismo de esa generación trocó en compromiso. Por eso no debería llamar la atención el hecho de que vivamos -aún en medio de la desesperanza- un revivir de los valores democráticos, un despertar del espíritu solidario y humanístico.
En este sentido, tengo ganas de concordar con aquellas posturas que llaman a no ser tan pesimistas respecto del futuro de esta sociedad posmoderna o hiper-moderna.
Una sociedad hipermoderna que, según Gilles Lipovetsky, está fundada en tres principios: los derechos humanos y la democracia pluralista; la lógica del mercado y la lógica tecnocientífica. El autor no observa una oposición fundamental entre estas lógicas (de ahí que no hable de posmodernidad, sino de hipermodernidad).
Pero, aunque exista ese tironeo dialéctico entre unas lógicas y otras, lo cierto es que la preocupación por los derechos humanos y el pluralismo está presente. Y ésa es una buena señal para los navegantes de esta época.
Esos "tironeos" por lo demás, permiten que la nave avance. Y así viene el futuro: lento, pero viene.
Así sea con un leve chapotear de remos en el agua.
El mismo Lipovetsky admite que en las sociedades hipermodernas existen muchísimas injusticias objetivas, pero asegura también que los valores no han muerto. (Vamo’ todavía).
Los jóvenes franceses y chilenos no se quedaron de brazos cruzados. En 2006 dieron una dura pelea por sus derechos, llamando la atención de todo el mundo. Una clara muestra de que los principios y valores que dormían su sueño, mientras la modernidad se modernizaba hasta lo "hiper", podían despertar en cualquier momento.
Mucho antes, los uruguayos habían decidido proteger el agua llevando el problema hasta la realización de un plebiscito nacional y organizando toda una movida cultural que pasó por la plástica, la música, la literatura, las instalaciones y performances, hasta los formatos audiovisuales.
La gran paradoja es que vivimos en una " sociedad de la publicidad, que busca el placer inmediato. Pero que, al mismo tiempo, no lo puede disfrutar porque le pesa una enorme ansiedad sobre el futuro, fruto de las crisis económicas, del desempleo, y un creciente temor en temas de salud, virus y epidemias. Es la ideología de la prevención, no la del disfrute. Es la que se preocupa por un futuro profesional incierto y por la educación de los niños en un contexto conflictivo".
Néstor García Canclini asegura que Latinoamérica no sabe de términos como hipermodernidad o neomodernidad sino que todavía vive en la siempre cuestionada modernidad.
"Nos hemos alejado del proyecto de la modernidad ilustrada que buscaba un sentido del conjunto de la sociedad en el que la educación y la salud fueran para todos. Pero estamos en una época en que ciertos objetivos de desarrollo tecnológico, la importancia de la innovación, los movimientos emancipadores y su represión necesitan ser leídos bajo las claves de la modernidad.".
En México, un presidente con botas y amplia campaña de marketing intenta gravar con IVA los libros argumentando que pocos pagarían porque pocos leen, y en cuyo gobierno el secretario del Trabajo Carlos Abascal hace expulsar a la maestra de su hija por dejar de tarea leer la novela Aura de Carlos Fuentes.



Y eso…