La Ventana de Trutruka

martes, febrero 28, 2006

Por las carnestolendas!



¿Quién no conoce los carnavales de Río de Janeiro, Bahía dos Santos, Cochabamba, Ciudad de Panamá? Tiempo de desenfreno, de baile, de jarana y parranda colectiva, de culto al cuerpo, de bebida en abundancia, de disfraces máscaras y antifaces, de rienda suelta a los placeres de la carne, de polvos locos, de polvos coloridos, de polvos sin cesar.
Todo permitido hasta el miércoles de ceniza en que, arrodillados, se recibe el ceniciento signo de la cruz en la frente acompañado de la advertencia, en estentórea voz curial: ” Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”.
El Carnaval es secuela indudable de los cultos paganos de Isis, Baco, Cibeles y también de las Saturnales y Lupercales que se celebraban en época romana durante el solsticio de invierno.
La Iglesia y el poder público toleraban unos días de desorden, hasta el Miércoles de Ceniza, día que marcaba el inicio de la Cuaresma. Era este periodo particularmente duro para los cristianos por las privaciones alimenticias, la estricta abstinencia y penitencias que debían de cumplir, por ello procuraban alegrar su cuerpo antes de llegar a ella.

Esta fiesta popular se celebra solamente en los países de tradición católica romana y su denominación proviene del termino "carnelevarium" utilizado en el latín medieval y que significa "quitar la carne", refiriéndose a la prohibición religiosa de consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma. También, se conocían estos días de jolgorio como carnestolendas. Según la Real Academia Española, ésta también proviene del latín caro, carnis, carne, y tollendus, de tollĕre, quitar, retirar. Qué tal obsesión con los placeres de la carne!
En Europa, por cierto, comenzó este sano alboroto. Famosos son el carnaval de Venecia y los que se celebran en distintas ciudades de Bélgica, Francia y Alemania.
Hoy, es toda la cristiandad la que se desordena. Acá en el reino de Chile no carnavaleamos pero sí chillamos, movemos el esqueleto, tiramos toda la carne a la parrilla y devenimos monstruo durante el Festival de Viña del Mar. Es nuestra sana manera de liberarnos, Dios nos bendiga!

Y eso...