La Ventana de Trutruka

lunes, noviembre 21, 2005

Ridículum Vitae



Cuando uno anda en la edad de trazar su propio destino y concretar sueños, habría que tener una bola de cristal para achuntarle. Ninguna claridad... Leo las cavilaciones del autor del blog salsayron y nada nuevo bajo el sol. “Cuando uno es chico siempre tiene sueños acerca de su futuro, y cuando uno es más grande tiene sueño de volver a los 5 años... Nunca supe si una persona con un cartón vale más que un analfabeto -universitariamente hablando- como yo, pero de lo que estoy seguro es de que hay una enorme cantidad de profesionales trabajando de cualquier cosa, menos en su profesión”.
Hace poco debí llenar unos papeles curriculares y me percaté que no soy experto en nada. He trabajado gran parte de mi vida en el ámbito de las comunicaciones pero no he sistematizado mi experiencia, la que ha sido fundamentalmente trabajo en terreno, inventando o recreando iniciativas. Siempre me he vanagloriado de tener una agenda con muchas direcciones y de conocer gente. Pero, hoy sirve de algo?
El gran Macchiavello sostenía que “hay personas que lo saben todo, pero eso es lo único que saben”. Será mi caso?

A veces, me dan ganas de ser rapero,
cantar a mis clases de pilates
con qué quilates
estar loco de remate,
rapero.
Inhalar, exhalar
tonificar el músculo,
rediseñar el espíritu
oh, qué dislate
mejor digo un disparate
sí, sí
el músculo,
no, no el espíritu
loco de remate
rapero, hiphopero,
milonguero, más mejor.
Sí, sí, pajero.


Otras posibilidades: enrolarse en la policía montada de Canadá, o vender baratijas en los semáforos. Hay más...
Es que como afirma Baudelaire “trabajar es menos aburrido que divertirse”.
Tema para un buen ensayo, me escribe Luciérnaga desde Panamá. “De convertirse en cuento, podría basarlo en un peluquero que quiere cambiar de trabajo, pues los peluqueros llegan a saber de todo... y de todos”.
Luciérnaga me cuenta que cuando tiene que llenar formularios en los que preguntan su profesión, la punta del bolígrafo siempre se le queda suspendida en el aire sobre la rayita donde se lee “profesión u oficio”. Se queja de ese atrevimiento ingenuo de algunos, al convertirse en expertos en un tema después de cinco días de investigación y un programa en Discovery Channel.
Y claro, a cualquiera lo vuelve loco el no comprender que los diplomas son todavía lo que importa, así sea que uno haya estudiado administración de empresas con libros de 1960.
“Pero, después de todo, a qué le tememos, si esa capacidad camaleónica es lo que está moviendo al mundo?”, se pregunta mi amiga. “Y allí sí somos buenos, porque tenemos las ganas y si nos toca ser profesionales todoterreno, lo bueno es que nos podemos aparcar donde nos dé la gana”.

Sugerente lo del peluquero como sabelotodo. Se me ocurre que, en Chile, el personaje podría ser un taxista.
Pero ni uno ni otro son lo mismo que el habilidoso. Encontré en una revista de avión, sinónimos (?) de este personaje -el habilidoso-. En la comunidad hispano parlante tiene distintas denominaciones.
En la madre patria le dicen "manitas"; en México, "mil usos"; en Argentina, "hombre orquesta"; en Chile, "maestro chasquilla"; y, en Uruguay, "siete oficios".
Aunque, creo, más le calza el venezolano "todero".

Aunque, como concluye Tony y resumiendo: “a la verga con los currículos” porque, al fin y al cabo, como dijo algún poeta "Todo lo mío, lo llevo conmigo".
O es que se puede sistematizar el alma?

Eso...