La Ventana de Trutruka

jueves, octubre 06, 2005

La tan mentada funda elástica



No hay salud! Literalmente.
El gobierno lanza la séptima campaña contra el SIDA.
La iglesia se escandaliza. Un par de políticos de extrema derecha y ligados al Opus, se alborotan en nombre de la moral.
Dos canales de TV ligados a la jerarquía eclesiástica, omiten los spots.
Es decir, “les gens bien”, contra la campaña contra el SIDA.
El villano de esta historia: el condón.
Las víctimas del Sida, muy bien, gracias!
Porque, aunque la tan mentada funda elástica de nombre (perdón!) condón esté aceptada por la Real Academia Española y sea más vieja que el hilo negro, la gente bien ha dicho no.
No obstante, en Chile, videntes de todos los colores han anunciado el fin de la transición, han proclamado el surgimiento de una nueva cultura, se han vanagloriado del clima de tolerancia imperante, y han dado por hecho la supremacía de lo razonable y del sentido común, estas rabietas nos devuelven a la realidad: la omnipresete espada damocliana del cartuchismo y la mojigatería.
Para los que no saben, el condón no es una invención moderna. Su existencia se remonta a miles de años atrás, ya los antiguos egipcios lo utilizaban para protegerse de las enfermedades e infecciones. Igual que ahora, nada nuevo bajo el sol.
En otras latitudes, se ríen de nosotros “los tigres de la moralina”. En otros rincones, enfrentan en serio la pandemia del SIDA.
Por qué el condón se llama condón? Hay dos posibles explicaciones. Una, deriva del vocablo latino condus, que significa recipiente. Otra, sería el nombre de un higienista inglés del siglo XVIII (otros dicen que sería el físico de Carlos II de Inglaterra), el doctor Condom o Quondam, el que los fabricaba a partir de intestinos de animales.
Alrededor del 1500, Gabriello Fallopio recomendó utilizar una funda de lino fino para protegerse contra la sífilis. Otros materiales populares usados, eran los caparazones de las tortugas y el cuero y los antiguos japoneses fomentaron el papel aceitoso y las vejigas de peces.
Y si de ingenio se trata, -y como aparte de darme por informado de esta predecible reacción a la campaña gubernamental pro condón, no me voy a enrollar-, les cuento que justo hoy me llegó un recorte de un diario franco parlante (desconozco más datos) en que Carolina, de 13 años, pregunta si es posible que un chiquillo se coloque una bolsa plástica, de ésas de supermercado, en lugar de un preservativo, y que efecto puede provocar esto?
Le responden que “todo es posible, pero no todo es aceptable”.
Le recomiendan que “si un muchacho te propone tal cosa, rehúsalo. Es que no tiene ninguna consideración por ti en particular y por las mujeres en general”.
Le explican que “un preservativo es un dispositivo concebido para ser utilizado con un doble fin: protegerse de microbios y protegerse de un embarazo no deseado. La bolsa del supermercado es concebida para envolver....las compras. Este no sólo no protege sino que arriesga además infecciones”.
Espero que esta historia no llegue a oídos de los dueños del Líder o el Jumbo, porque seguro cobrarían por las bolsas...
Y ya saben, con don o sin don? Condón


Eso...