La Ventana de Trutruka

jueves, septiembre 08, 2005

La Virgen Guadalupe de Ayquina

“No sé, no sé que tiene mi Virgencita/ No sé, no sé que tiene cuando la miro/
Porque sus ojos son dos luceros/ Ay quien pudiera siempre mirarse en ellos.”


Mientras en la capital, algunos comandos de las candidaturas presidenciales acomodan los resultados de las últimas encuestas; mientras en algún lugar de la Araucanía, Allamand se debate en su mar de contradicciones de ex samurai; mientras Oscar Andrade y Camilo Fernández se despedazan en el Rojo Vip, donde lo importante es competir; mientras Spiniak intenta limpiar su imagen y Pinocho se sigue haciendo el loco y el olvidadizo; mientras otra vez la Kenita Larraín arrancó en avión y al Chino Ríos se le descontrola el jeep; mientras los primos hermanos socialistas y pepedés se hacen tira por migajas; mientras en el centro del poder están convencidos del poder del centro...en gran parte del Norte Grande están en otra.
Más de 25 mil peregrinos llegan hasta Ayquina, a rendir tributo a la Virgen de Guadalupe. Provienen de diversos lugares de Chile, Perú, Bolivia y Argentina. Junto a ellos cofradías marianas le rinden homenaje con sus bailes religiosos y sus llamativos atavíos y coreografías. A las Morenadas y all baile Llanero y Mexicano, se unen los Samurais, el Hindú, Torero, Zambos-Sayta, Awatari, el Baile Chuncho, Pieles Rojas, Jagaluayo, Campero, Gauchos, Kuyaca, Cosacos, Marinos, Salteño, Chinos, y la Gran Diablada de Calama.

Ayquina es un poblado ubicado a 76 kilómetros al oriente de Calama, a 3.000 metros de altura en medio del desierto, orillando la Cordillera de los Andes.

¿Fiesta religiosa, paganismo, religiosidad popular, devoción mariana? La leyenda dice que la virgen se apareció a Casimiro Saire, niño pastor, como lo son la generalidad de los niños todavía en los poblados del desierto. Sus padres enviaban a Casimiro todos los días a pastorear los animales de la familia en las hierbas que crecen a orillas de las aguas que corren ocultas en el fondo de las cañadas. La mañana del 12 de diciembre de 1646, el niño se encontró en el camino arenisco, como surgida de las arenas desérticas, a una mujercita no más alta que él. Era la Virgen que se hizo su amiga. La Virgen pequeñita era tierna y con voz muy dulce invitaba al pequeño Casimiro a jugar mientras le narraba historias encantadoras. Dicen que esta hermosa Señora le dio remedio para su abuelito y que, además, le permitió jugar con su hijo, un hermoso niño alegre y feliz.
La tradición indica que se vuelve a aparecer cada año el día de su festividad, que se celebra, curiosamente, desde el siglo XVIII, el día 8 de septiembre.

Mientras la Roja se prepara para enfrentar a Colombia y la Chile le gana al Colo Colo; mientras Bush, Lula, Fidel, el Papa, Carolina de Mónaco y tantos otros...; mientras cada quien baila a su son... los promesantes de Ayquina se despiden de la Chinita danzando y cantando, que nadie les arrebatará lo tomado y lo bailado, y con la fe de que la esperanza es lo último que se pierde.

"Cuando de mi Patrona voy a la Ermita/ se me hace cuesta abajo la cuesta arriba/
y cuando bajo y cuando bajo/ se me hace cuesta arriba la cuesta abajo".


Eso...